viernes, 12 de abril de 2019

Tokio

Lunes 1 de abril de 2019, a las 13 horas en vuelo directo de Iberia despegamos con dirección a Tokio, destino que tenía ganas de conocer hace ya un tiempo y que por un motivo u otro no había surgido la ocasión.
En algo más de 13 horas tomamos tierra en Narita (9 horas am local), recogida de equipaje y bus al hotel. La distancia entre el aeropuerto y el centro de Tokio es de unos 60 kms, así que tardamos algo más de una hora en llegar.
Nuestro alojamiento se encuentra en la zona de Shinjuku (distrito de negocios) y a escasos metros del Ayuntamiento.

Tokio tiene unan población de más de 13 millones de habitantes y todo el área metropolitana llega a los 36 millones. Está considerada como la ciudad más grande del mundo.
Ciudad capital de la vanguardia, la tecnología y que cuenta con los medios de transporte más rápidos y seguros del mundo.
En cuanto a su seguridad, es por segundo año consecutivo la ciudad más segura del mundo para vivir.

Martes día 2, descansamos un par de horas y nos echamos a la calle a tomar un primer contacto con la ciudad y ver como movernos por la misma.
El primer sopapo te lo llevas nada más salir del hotel, te encuentras con este panel informativo de tú situación actual y sitios de interés en la zona. Podéis imaginar la cara que se te queda al ver esto, lo único que eres capaz de descifrar son los números y a partir de aquí la imaginación al poder.

Entre todas estas edificaciones de oficinas destaca la Torre Mode Gakuen Cocoon, un innovador centro educativo con capacidad para albergar 10.000 estudiantes repartidos en sus 50 pisos y 204 metros de altura.
Tres instituciones funcionan en ella: Escuela Profesional de Moda, Escuela Especial de Tecnología Superior y Diseño y el Colegio Médico.

Entramos en la enorme Shinjuku Station, la estación más transitada del mundo, con más de 3,64 millones de pasajeros recorriendo sus pasillos cada día. Un laberinto con más de 200 salidas al exterior por las que parece imposible caminar.

Salimos de la estación y a unos 100 metros nos encontramos en Omoide Yokocho, en realidad son dos estrechas callejuelas paralelas con una gran aglomeración de restaurantes y no más 10-12 personas por local.

Aunque nosotros nos cenamos unos buenos noodles, su especialidad es el Yakitori, diminutas brochetas de pollo a la parrilla que para quedarte más o menos bien tendrás que comerte al menos 20 ¡jajaja!.
Recuerdo la misma escena en Madagascar, allí dimos con todas las existencias del restaurante.

Ahí mismo se encuentra Kabukicho, el barrio rojo por excelencia de todo Japón. Aquí podemos encontrar multitud de locales especializados en el entretenimiento adulto como bares y restaurantes, clubs nocturnos tanto masculinos como femeninos, etc, etc.
A pesar de todo y aunque a priori pueda parecer complicado pasear por esta zona, es bastante seguro ya que el barrio se está convirtiendo en uno de los lugares más turísticos de Tokio.

Para todos los  fans del anime y el  manga, Japón es el paraíso.

Avanzamos unas calles más hasta llegar hasta el Santuario Hanazono-Jinja, un pequeño refugio de silencio y recogimiento

Nuestros últimos pasos antes de recogernos y descansar, nos llevan hasta el observatorio que se encuentra en el Metropolitan Government Building, sede del Ayuntamiento de Tokio que con sus 243 metros de altura es uno de los edificios más altos de la ciudad..
El mirador se encuentra en la planta 45, a 202 metros de altura y es totalmente gratuito.
Creo que por hoy es más que suficiente, ahora a descansar y mañana será otro día.

Miércoles día 3, nos despertamos demasiado pronto, el jet lag hace estragos en nosotros, pero a pesar de todo esta bonita vista del monte Fuji con sus 3776 metros de altitud desde nuestra habitación, nos hace sentirnos bien, además el día está despejado y precioso.

Nada más salir nos encontramos con el Metropolitan Government Building y aunque parezca extraño, el edificio está revestido por 70.000 m2 de granito llevados desde O Porriño en Galicia y otra parte de Cadalso de los Vidrios en Madrid, (debe de ser por su cercanía con Japón ¡jeje!).

Continuamos caminando hasta llegar al Yoyogui Park, el cuarto parque urbano mas grande de Tokio. Antes de convertirse en parque en 1967, fue primero un área residencial para personal militar estadounidense durante la ocupación aliada; posteriormente formó parte de la villa olímpica de los JJOO de Tokio en 1964.
Por cierto, el próximo año 2020 tendrán nuevamente los JJOO.

En el centro del parque se encuentra el Santuario de Meiji, uno de los santuarios sintoístas más populares de japón.

Mientras estamos por allí, tenemos la gran suerte de ver una ceremonia tradicional de boda japonesa llamada Shinto (viene de shintoísta, religión nativa de Japón).

La novia lleva un kimono blanco puro llamado Shiromuku, el cual representa la pureza y el novio una chaqueta haori crestada negra y hakama (pantalón-falda, piezas separadas) con franjas verticales llamado Montsuki.

Foto de familia y a comer, que ya es hora. Me encantaron sus atuendos y su elegancia llevándolos.

Y como muestra de elegancia y porte una de las invitadas a la ceremonia posando para nuestra foto.

Hay que ver que poco le hace falta para liarse y echarse amigas.

Seguimos caminando hasta llegar a Shibuya y en concreto ahora nos encontramos delante del Shibuya Crossing, famoso por su cruce peatonal. Es asombroso ver cientos de personas que se agolpan en las aceras esperando cruzar esta intersección de calles por la que más personas pasan en el mundo.
Se calcula que por este cruce pasan más de un millón de peatones al día.

Esperando a que el semáforo cambie de color. Japón cuenta con alrededor de 300 cruces de este tipo llamados Scramble Crossing.

En Japón se puede disfrutar de las tragaperras de un Pachinko o Pachislo en cualquier lugar. Las estadísticas dicen que casi un 4% de los japoneses son ludópatas.

Los flores de cerezo a lo largo del Río Meguro son todo un espectáculo para la vista. Durante el Festival de Cerezos de Nakameguro que va de últimos marzo a la primera quincena de abril, al atardecer se iluminan miles de farolillos rojos que hacen del lugar una experiencia única. Miles de personas desfilan a lo largo de los dos márgenes del río, un paseo de aproximádamente cuatro kilómetros con unos 800 cerezos.
A partir de este momento regresamos nuevamente por donde hemos venido hasta llegar al hotel con más de 20 kilómetros en nuestras piernas. Un fantástico día el que hemos pasado hoy.

Jueves día 4, desayunamos y nos adentramos en el subsuelo tokiota en Tochomae Station con dirección a Ueno-Okachimachi Station para visitar el Parque Ueno.

Salimos de nuevo a la superficie y nos dirigimos hasta el Templo Yushima Tenmangu, el templo de los estudiantes. Está dedicado a Tenjin, el kami del aprendizaje. Por esta razón también recibe el nombre de Yushima Tenjin.

Retrocedemos un poco y entramos en el Parque Ueno por el lado que se encuentra el Estanque Shinobazu. En esta época sus más de 1000 cerezos  florecidos le dan un color único.

En el centro del estanque nos encontramos con el Templo Bentendô. Una de las características más curiosas del templo es su forma octogonal.

El día maravilloso, el parque un espectáculo lleno de color y sus gentes amables, simpáticas y muy divertidas. Era todo un placer fotografiarse con ellas.

A un costado del parque tenemos el Santuario Ueno Toshogu Shrine, el templo más famoso de Ueno.

Hacemos una parada para comer algo en uno de los cientos de puestos que hay a lo largo de todo el parque, tomar una cerveza y descansar un poco antes de continuar.

Aunque hoy en día la mayoría de las japonesas visten de forma occidental, es muy fácil ver cantidad de mujeres con sus coloridos y hermosos kimonos paseando por cualquier barrio de la ciudad. Y como siempre, prestas a hacerse la foto contigo.

Metro de nuevo hasta la estación de Asakusa en el barrio de Sumida. A su salida te encuentras de frente con la Tokyo Skytree, la estructura más alta de Japón con 634 metros de altura.

No, no son peluches, son de carne y hueso como tú y como yo. Llevan ropa y joyas más caras que la que llevan muchas personas.
Como curiosidad, Japón tiene más de 21 millones de mascotas, esta cifra supera la suma de chicos y chicas menores de 15 años que suman unos 17 millones.

Los japoneses quieren que sus mascotas estén cargadas de glamour, por lo que no es difícil verlas vestidas con trajes de lujo, peinados de escándalo, calcetines para proteger sus patas o incluso carritos de bebés para transportarlos.
Cuantos humanos quisieran vivir con la mitad de lujo que uno de estos animalitos.

Un bonita imagen de esta chica posando junto a un cerezo.

Cruzamos la estrecha calle comercial de Nakamise y nos encontramos al final de la misma con el Templo Sensoji, el templo budista más antiguo de Tokio.

Tan felices y contentas que están ellas con esos bonitos atuendos. ¡¡Hummm!!

Metro de nuevo hasta Shiodome Station en el distrito de Shinbashi. Se trata de una zona de negocios con modernos rascacielos que albergan oficinas, grandes multinacionales, hoteles y centros comerciales.

Una de las torres de esta zona es la Caretta Shiodome, este edificio de unos 200 metros de altura tiene en su planta 46 un mirador con unas excelentes vistas hacia la bahía, la isla Odaiba y del Rainbow Bridge, puente que la conecta con Tokio.
La entrada es gratis y la subida en un ascensor panorámico acristalado una maravilla.

Después de estar un buen rato en las alturas bajamos y cenamos en  uno de los varios restaurantes que hay en la planta baja y por cierto muy bien y bien de precio. A destacar este sashimi, plato japonés que consiste principalmente en mariscos o pescados crudos, cortados finamente, aunque no tanto como el carpaccio.
Una vez cenados, metro de nuevo y para el hotel.

Viernes día 5, a las 8 de la mañana decimos bye, bye a Tokio y a su llamativo skyline.

A las 11 horas despegamos de vuelta a Madrid cruzando durante unas 7 horas Rusia. En la imagen varias fotos en las que se puede ver como se encontraba, completamente nevada y helada.

Curiosidades que pudimos apreciar en Tokio.
  • A poco observador que seas te darás cuenta de muchas curiosidades, contrastes y extravagancias.
  • Son extremadamente silenciosos, hasta el punto de que en lugares como trenes o metro está prohibído hablar por teléfono.
  • Una de las cosas que más nos han llamado la atención, son las leyes contra el tabaco. Mientras que en la calle y parques está prohibído fumar, hay lugares como los restaurantes en los que si está permitido, increíble pero cierto. Estas comiéndote un ramen y el cocinero se está echando un cigarro mientras los cocina tan campante.
  • Son extremadamente ordenados, todo el mundo guarda fila y la respeta, incluso para pasar los semáforos, pasos de cebra, etc.
  • A destacar también el alto número de vagabundos que deambulan por las calles y parques que al contrario que en otros países no se les ve en ningún momento pedir dinero.
  • Algo que llama mucho nuestra atención son las máquinas expendedoras de bebidas, tabaco u otros artículos. Puedes encontrarte dos, cinco ó diez de ellas juntas en el metro, en la calle o en los parques.
  • Cuartos de baño a lo largo y ancho de toda la ciudad, baños con tapas automáticas, diversos chorros de limpieza, secado, etc. Al final son inodoros para los que deberían de adjuntar un manual de instrucciones.
  • Y por último hablar de "los empujadores", estas personas se encargan literalmente de empujar a la gente a los trenes llenos durante las horas punta o en los pasos de cebra cuando el semáforo va a cambiar de color.
  • En fin, seguro que hay muchas más curiosidades a relatar, pero creo que con estas es más que suficiente para hacerte una idea de como es y como funcionan por estas latitudes.


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